Notas de Prensa

“Obsesión, ambición y misión”: las lecciones crudas de Simón Borrero y Freddy Vega para crear gigantes latinoamericanos

En una conversación sin maquillaje, Simón Borrero (Rappi) y Freddy Vega (Platzi), en el Platzi Conf 2025, desgranan por qué en América Latina hay tan pocas compañías tecnológicas realmente masivas. No es una charla complaciente: es un inventario de sacrificios personales, cultura radical y ambición sin pudor. Para empresarios, startups y emprendedores que transitan programas de aceleración como los de HubBOG, estas son pistas de navegación escritas con cicatrices.

1) La vara está altísima… y casi nadie quiere pagar el precio

“Rappi no la hubiéramos podido crear trabajando normalito”, dice Borrero. Los primeros cuatro o cinco años fueron una inmersión total: viernes a las 11 p. m., pizza y código; una “secta” —palabra que repite— donde la misión invadía la vida. La tesis es sencilla y dura: si el domingo en la ducha no estás pensando en 10 cosas de tu compañía, no vas a construir algo grande. El mensaje implícito, que Freddy subraya, es el costo personal y familiar “casi absoluto”. Por eso, iniciar temprano ayuda: más energía, menos ataduras y mayor tolerancia al riesgo.

Para el auditorio empresarial esto no es una glorificación del hustle vacío: es un recordatorio de que la frontera entre proyecto y vida se borra cuando el objetivo es jugar en ligas globales. Quien no quiera ese trato, que elija conscientemente otra ruta de crecimiento.

2) Cultura de “secta”: pertenecer o ser expulsado

Jim Collins planea sobre la conversación. Borrero cuenta que, más tarde, al leerlo, confirmó que habían hecho varias cosas “bien” por intuición: culturas tan particulares que quien entra se siente en casa o el sistema lo “escupe”. En Rappi, dejaron de “vender” la empresa en entrevistas y empezaron a asustar a los candidatos: “¿Seguro que te vas a meter en esta locura?”. El filtro atrae a obsesos compatibles y ahorra fricciones.

Freddy comparte que en Platzi publicaron un post titulado “Por qué NO trabajar en Platzi” para transparentar la intensidad. ¿La lección? La claridad cultural atrae talento afín y desincentiva a quienes buscan confort. En términos prácticos: explicite su estándar de desempeño, rituales, horarios y nivel de respuesta esperado; hágalo antes de contratar.

3) Ambición sin complejos: matar el “síndrome del colombianito”

Borrero recuerda la hipótesis —incómoda— de Yuri Milner: los latinoamericanos no crean compañías globales por mentalidad, no por capacidad. Nos invadieron, dice, nos “bajaron la cabeza” y cultivamos una humildad que reduce aspiraciones. De joven, su horizonte era Bogotá y, con suerte, Cali. Para construir compañías enormes hay que creerse el derecho de “comerse el mundo” y hablar en serio con talento e inversionistas de cualquier geografía.

Esto no es arrogancia hueca: es una exigencia estratégica. Si su narrativa pública y privada se queda en lo local, su reclutamiento, capital y mercados también. Rappi migró su operación ejecutiva al inglés para atraer operadores world-class de DoorDash, Amazon y otras ligas. Mezclaron ese “ADN global” con líderes que llevan seis años o más en la casa, sosteniendo la cultura original. Resultado: estándares globales con mística local.

En Bogotech (HubBOG, abril de 2017), cuando Rappi todavía era un cohete en ascenso, Simón Borrero ya dejaba claras las coordenadas que hoy repite con más datos y cicatrices: ambición sin pudor, obsesión operativa y calle. Entonces urgió a los emprendedores a “levantar la cabeza” —dejar de pensarse solo locales—, a rodearse de gente mejor y a salir a vender para encontrar el encaje real con el mercado. Aquel llamado temprano en el escenario de HubBOG anticipó las mismas palancas que aquí se desarrollan: una cultura intencional que filtra pertenencia, rituales de contacto con usuarios sin anestesia y una narrativa global que atrae talento e inversión más allá de la región. Esa continuidad no es casualidad; es la disciplina de volver una y otra vez sobre los fundamentos.

Simón Borrero en el evento Bogotech de HubBOG, Abril 2017

4) El dolor del rechazo como motor de product–market fit

Ocho meses construyendo la primera app, seis descargas y una oficina desmoralizada. ¿La reacción? “Cierren los computadores, nos vamos a la calle”. En Bogotá, a las 9 a. m., vendieron Rappi cara a cara a desconocidos —con donuts a cambio de descargas— hasta descubrir el gancho real (“¿Puedo pedir un Corral por domicilio?”). El aprendizaje no es “habla con usuarios” de manual; es sentir el rechazo en la piel, iterar el pitch y cambiar el producto frente a evidencia, no a presentimientos.

Para líderes de empresas en etapas más maduras, el principio es idéntico: saque al equipo de la sala de juntas; confronte el mercado sin intermediarios; mida con frialdad; itere con velocidad. Sin esa fricción directa, la investigación se vuelve cortesía y el roadmap, fantasía.

5) Fracaso: tolerado en el discurso, inaceptable en la práctica

En Silicon Valley el fracaso se celebra como aprendizaje; en la región se estigmatiza. Borrero toma distancia de ambos extremos: internamente, mientras estás en la empresa, no puede existir la opción mental de fracasar. “Si tu mente cree que hay una opción de fracasar y que no es tan grave, creíste que hiciste todo, pero no hiciste todo”. En Rappi, la visibilidad pública convertía el error en humillación; transformaron esa presión en gasolina.

Freddy aporta otro mecanismo: el streaming en vivo de contenidos los obliga a cumplir cada jueves; fallar en público no es opción. Para cualquier organización, la idea es replicable: ponga deadlines irreversibles, métricas visibles y compromisos públicos que eleven la responsabilidad colectiva.

6) La interfaz desaparece: IA y la nueva fricción cero

Aquí asoma el futuro inmediato. “En 30 días, un grupo de usuarios de Rappi va a poder mandar un voice note: ‘mándame el Starbucks de siempre, no me confirmes nada’… y en 10 minutos llega”. Menos clicks, más intención. La capa visible se diluye en lenguaje natural, mientras detrás opera una coreografía de predicción, logística y machine learning. Para ejecutivos del retail, servicios financieros, salud o educación, la advertencia es clara: si su interfaz exige más esfuerzo que una nota de voz o una instrucción en lenguaje humano, llegará un competidor que capture esa intención con menos fricción.

7) Equipos que te suben la vara y “growth mindset” competitivo

Borrero insiste: lo mejor que le pasó fue trabajar con gente mejor que él. Eso solo ocurre si convocas a trabajar por un propósito —no “para ti”— y si tu propia curva de aprendizaje es visible. Cita la mentalidad de crecimiento: cuando algo sale mal, estudia el doble y llega mejor preparado a la siguiente reunión. Competitividad + aprendizaje constante: fórmula obligatoria para no volverte el cuellodebotella de tu propia escala.

8) IPO como techo de cristal mental (y por qué importa a toda la región)

“Rappi ni siquiera lo ha logrado; si no hace IPO, se queda en el camino”. Detrás del hito financiero hay un objetivo psicológico y cultural: romper techos imaginarios. Borrar la idea de que los “colombianitos” no listan compañías tecnológicas en mercados públicos globales. La misión excede el ego fundador: “Si hacemos mucho dinero y el país sigue igual, fracasamos”. Su ambición es que Colombia —y ojalá Latinoamérica— crezca 8–10% por una década para sacar a millones de la pobreza. ¿Cómo se conecta eso con su empresa? Con victorias simbólicas y tangibles que amplíen la frontera de lo posible para los que vienen.

Cinco acciones concretas para empresas y startups que quieran jugar en ligas globales

  1. Declare la intensidad por contrato social. Especifique, antes de contratar, el estándar de respuesta, foco y desempeño. Haga explícitos los sacrificios y la recompensa de misión. Evitará deserciones y cinismo.
  2. Haga del mercado su sala de reuniones. Programe “semanas de calle” donde líderes vendan, demoen y escuchen objeciones en vivo. Reescriba copy y features con base en rechazo real, no en intuiciones amables.
  3. Diseñe fricción cero con IA. Identifique sus “jobs-to-be-done” recurrentes y prototipe flujos de voz o lenguaje natural. Si algo toma diez taps, reduzca a dos; si toma dos, piense en cero confirmaciones con umbrales de seguridad.
  4. Reclute para propósito y mezcla cultural. Combine operadores globales con custodios del ADN original. Cambie el idioma operativo si es necesario para ensanchar el pool de talento.
  5. Amarre identidad a misión con visibilidad pública. Defina hitos que no admitan marcha atrás (demo mensual, NPS objetivo, SLA publicado, revenue board visible). Si fallar duele, la organización aprende más rápido.

Epílogo: sobre el odio, el amor y el impacto

Freddy trae una reflexión útil de DHH (Basecamp): toda innovación que de verdad cambia la vida de la gente genera una reacción simétrica de rechazo. Si no incomodas a nadie, probablemente no estás moviendo la aguja. De ahí que la discusión sobre Rappi —como la de cualquier actor sistémico— oscile entre la admiración y la crítica feroz. El punto, para quienes emprenden, no es evitar el conflicto, sino construir impacto medible que justifique la fricción.

Obsesión, ambición y misión. Ese es el trípode que emerge de la charla. Construir “la empresa más grande de Colombia en este siglo” no fue un accidente ni un golpe de suerte inmaculado: fue una decisión de diseño cultural, una elección de ambición y una disciplina que convierte la vergüenza potencial del fracaso en combustible. Para los emprendedores de la región, el mensaje es provocador: o te crees el futuro y pagas su precio, o te resignas a verlo pasar en el feed.

Este tema y muchos más, son debatidos semanalmente en el Evento de Innovación con Inteligencia Artificial de HubBOG, evento virtual de libre acceso con la participación de expertos que narran los casos de éxito y abren la posibilidad de interactuar con ellos para resolver dudas e inquietudes de cómo lograr resultados tangibles en procesos de innovación, creación de Startups, procesos de inversión de Venture Capital y mucho más. ¡Inscríbete ahora mismo!: