Muchas empresas consolidadas reconocen la necesidad de innovar. Hablan de transformación digital, lanzan laboratorios de innovación, incluso contratan consultores o crean comités. Sin embargo, en la práctica, los resultados son lentos, los proyectos se estancan, y el retorno nunca llega. ¿Por qué ocurre esto?
La respuesta no está en la falta de intención, sino en la forma en que se aborda la innovación. Las empresas que fracasan suelen hacerlo porque aplican modelos tradicionales a problemas que exigen pensamiento disruptivo. Es como intentar construir un avión con manuales de carpintería, o sacar adelante Blockbuster con estrategias clásicas, frente al surgimiento disruptivo de Netflix.
Errores frecuentes que matan la innovación desde adentro
1. Ver la innovación como un proyecto y no como una estrategia:
Cuando la innovación se gestiona como una tarea adicional o un “experimento aislado”, sin estar alineada con la visión de negocio, rápidamente pierde relevancia. Se convierte en algo cosmético y burocrático.
2. Intentar innovar con procesos diseñados para la eficiencia, no para el descubrimiento:
Los modelos corporativos tradicionales buscan minimizar riesgos y estandarizar procesos. Pero la innovación requiere explorar, fallar rápido y aprender como lo hacen las Startups. Esta tensión suele paralizar las iniciativas internas, pues en muchos casos riñen con culturas organizaciones sólidas pero tradicionales.
3. Subestimar la ejecución:
Las ideas abundan. Lo que escasea es la capacidad y las metodologías ágiles para convertirlas en pilotos, productos o servicios reales. Muchas organizaciones dedican meses a comités estratégicos, de planeación, de puesta en marcha, de revisión… y nunca salen al mercado. Hay un miedo natural en los equipos de innovación para la salida al mercado, tienden a victimizarse y buscar culpables, en cambio de tener la valentía de reconocer errores y desarrollar la capacidad de aprender de ellos.
4. Aislar la innovación del negocio real:
Los “laboratorios de innovación” fracasan cuando se convierten en burbujas desconectadas del cliente, del canal comercial o del equipo operativo. Innovar sin validación externa es solo teoría. Se requiere de Laboratorios vivos digitales que permitan mantener en tiempo real, un proceso de descubrimiento y validación de microproblemas del diario vivir de los clientes, ya sean B2B, cuando se trata de empresas o B2C, cuando se trata de personas.
¿Y qué están haciendo diferente las empresas que sí están logrando resultados?
Hay una nueva generación de organizaciones tradicionales que están acelerando el cambio sin perder su esencia corporativa. ¿Su secreto? Integran prácticas del mundo startup a su estructura existente. Estas son algunas de las claves:
Innovar no es moda, es supervivencia y crecimiento
En un entorno donde la tecnología y los hábitos del consumidor evolucionan más rápido que las juntas directivas de la empresa, innovar no es una opción, es una obligación. Para hacerlo bien se requiere ajustar el enfoque: menos discurso y más validación, menos temor al error y más aprendizaje iterativo, menos aislamiento y más colaboración con ecosistemas de innovación y Startups.
Las empresas que están liderando este cambio no son necesariamente las que más recursos destinan, sino las que entienden que la verdadera innovación no nace del presupuesto, sino de la acción metodológica, inteligente, rápida y conectada con la realidad del mercado.
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